Un bel dì vedremo - Madama Butterfly
Madama Butterfly
Ópera en tres actos de Giacomo Puccini
Madama Butterfly
Drama en tres actos, compuesto por Giacomo Puccini (1858-1924), sobre un libreto de Guiseppe Giacosa y Luigi Illica, basado en la obra teatral de mismo nombre de David Belasco. Quien a su vez se inspiró en un relato de John Luther Long y en el libro “Madame Chrysantheme” de Pierre Loti.
Se estrenó en “La Scala” de Milán el 17 de febrero de 1904
En México se presentó por primera vez en la temporada 1936-37 del Palacio de Bellas Artes
Mérida la conoció en el Teatro “Encanto” en noviembre de 1964, con la Compañía de Ópera del Instituto Nacional de Bellas Artes y Alicia Aguilar en el rol principal
La acción se desarrolla en Nagasaki, Japón, a finales del siglo XIX
PRIMER ACTO
En una casa japonesa con paredes corredizas, terraza y jardín; ubicada en una colina desde donde se puede ver la bahía del puerto de Nagasaki.
La ópera comienza con un brevísimo y bello preludio. Al alzarse el telón vemos una casita japonesa adquirida por Pinkerton, un teniente de la marina norteamericana,para pasar una breve temporada de descanso y placer. Al fondo se divisa la bahía de Nagasaki, donde se encuentran fondeados varios buques entre los que está la nave estadounidense a la que pertenece el marino. Éste ha sabido que en el Japón es cosa corriente organizar matrimonios temporales para extranjeros, y ha contratado los servicios de un agente matrimonial, Goro. (Ya en la obra de Loti se comentaba el hecho de que los navegantes y cónsules tenían la posibilidad del matrimonio temporal).
En escena se encuentra Goro (el obsequioso casamentero nativo, con ribetes de alcahuete), quien está recorriendo con Pinkerton la casa que ha comprado el teniente para residir después de su matrimonio en Japón. El marino charlando (mediante el uso de diálogos cortos), sobre la casa que ha comprado para su estancia en Nagasaki, conoce de paso a los tres sirvientes japoneses que le presenta el casamentero y que acompañarán a su "esposa”. Entre ellos se haya Suzuki, camarera y doncella personal de “Madama Butterfly”.
La presencia de Suzuki es fundamental en el desarrollo de la ópera, tal como lo demuestra en su primera aparición. ("Il riso è frutto e fiore..." La risa es fruta y es flor...). Al llegar el cónsul Sharpless, es recibido por Pinkerton con whisky, e inician una conversación donde se manifiestan los sentimientos "oscuros" del marino, decidido a que la geisha sea algo temporal hasta que pueda "casarse con una verdadera esposa americana". Con una serie de explicaciones sobre el porqué se casa y manifestando su abierta y liberal actitud ante la vida, termina con un (“America forever!” ¡América por siempre!), en tanto que la orquesta interpreta una frase del himno nacional americano “Barras y Estrellas”.
El cónsul no comparte el entusiasmo de Pinkerton. Sin embargo, ambos coinciden en la exaltación y el recuerdo de su lejana patria al entonar un brindis. Envían a Goro a buscar a Cio-Cio-San (conocida también como “Madama Butterfly”), geisha de calidad en situación económica penosa, hija de un noble guerrero que tuvo que hacerse el “hara kiri” por órdenes del Mikado (emperador de Japón), dejando a su familia en situación precaria.
Tras una conversación breve, llegan los primeros momentos inolvidables de esta ópera, como ese ("Dovunque al mondo…” En cualquier lugar del mundo… “Affonda l'áncora...” Echa el ancla…) en que el teniente refleja su personalidad trivial. Cuando el diplomático le pregunta ¿si está enamorado?, Pinkerton le confiesa que no sabe si es amor o un simple capricho ("Amore ogrillo…” Amor o capricho…) y explica cuál fue su primera impresión de la joven geisha. El cónsul le comenta que Cio-Cio-San pasó por el Consulado, y que cuando la oyó sintió que su voz le llegó al alma ("Ier l'altro, ilConsolato sen venne a visitar..." Anteayer vino a visitar el Consulado…) y le pide al marino que la trate bien porque intuye que posee un corazón sensible y quizás crédulo, al que no debiera procurársele ningún dolor.
Acto seguido entra corriendoel casamentero, anunciando la llegada de “Madama Butterfly”,la prometida de Pinkerton, que arriba a la casa rodeada de familiares en una escena llena de gracia e ingenio musical de gran belleza; especialmente, en las frases que a coro cantan los parientes con los invitados, a medida que suben y se van acercando, criticando la boda que está por celebrarse ("Spira sul mare e sulla terra…" Sopla sobre el mar y sobre la tierra…”Io son venuta al richiamo d'amor…” He venido atraída por la llamada del amor).
Al introducirlos en la sala ella canta la llamada del amor y, siguiendo sus instrucciones, todos se arrodillan ceremoniosamente ante B.F.Pinkerton, como ella llama a su futuro esposo. El encuentro es afectuoso, pero se nota quién está enamorada y quién no. La conversación es curiosa sobre la edad de la joven y su situación (“Nessuno siconfessa..." Nadie confiesa jamás…).Entre los invitados a la boda se encuentran su madre, un primo, un tío de nombre Yakusidé y una tía; la plática entre ellos esmuy animada aunque no exenta de recelos y ligera malicia; se oye al resto de los parientes y amigos dudando del futuro de la pareja.
En un lugar aparte, Butterfly y Pinkerton conversan alejados del "mundanal ruido”, en el preludio de lo que será uno de los mejores dúos de la ópera. La historia alcanza su momento estelar en esa pequeña aria ("Ieri son salita...” Ayer subí sola… “Io seguoil mio destino…" Yo sigo mi destino…) en el que ella le confiesa que por su amor se ha convertido en secreto a la religión cristiana que él profesa, y que desea compartir arrodillada los mismos rezos, los mismos dioses, a pesar de tener un tío bonzo (sacerdote budista). Sin embargo, en el fondo todo parece indicar que sigue aferrada a sus costumbres ancestrales.
Ella entra a la casa con sus objetos personales, mostrando y explicando al marino la utilidad de cada una de sus “chucherías” entre las que hay una caja alargada, sobre cuyo contenido la muchacha adopta una actitud reservada; aparte, Goro le explica al teniente que contiene el puñal que el Mikado regaló al padre de la geisha con un “mensaje”.
La boda se lleva a cabo presidida tanto por el comisario imperial como por el oficial del registro civil; Pinkerton ríe al ver el carácter pintoresco de la escena y de los funcionarios, y se burla de sus “inminentes parientes japoneses”. El comisario lee el contrato de matrimonio y se lo entrega a Goro, quien lo hace firmar a Pinkerton,Butterfly y sus parientes. Cio-Cio-San, entusiasmada tras la firma del documento, hace notar a parientes y amigos que ahora ya no deben llamarla “Madama Butterfly” sino “Madama B.F. Pinkerton”; todos brindan en forma japonesa (“O kami, o kami”).Sharpless recuerda otra vez al teniente que lo que está haciendo no está bien, y que está seguro de que la geisha cree firmemente que el matrimonio celebrado es totalmente válido y verdadero. El cónsul se despide del marino con un expresivo ("Giudizio…" Prudencia…).
Reunido con los parientes de la geisha, Pinkerton realiza un brindis que se ve interrumpido por la llegada del tío bonzo, quien se precipita contra Madama Butterfly con grandes gritos,preguntando: ¿qué ha ido a hacer Cio- Cio-San a la misión cristiana? Laacusa antesus familiares, lo que provoca una situación tensa, pues revela a los demás que Butterfly ¡ha renunciado a la religión de sus antepasados!, y les pide que renieguen de ella. En el momento, Pinkerton salta ante el tío bonzo y le obliga a marcharse. Ella se queda turbada ante el abandono de sus parientes y amigos. Suzuki, entre tanto, ruega a los dioses por la felicidad de su señora. El teniente transfigurado por la noche estrellada, se deja llevar por un sentimiento amoroso que, aunque momentáneamente sincero, no dejará de ser –a pesar de todo- superficial.
El dúo que continúa a esta escena es, quizás, uno de los mejores dúos de amor jamás compuestos. Está separado en dos partes: la primera se inicia en el momento en que Butterfly sale de la habitación tras quitarse el traje de la ceremonia nupcial y él la tranquiliza con ese ("Bimbadagl'occhi...” Niña con los ojos…) con el que pretende que se olvide del fin lamentable de la ceremonia, por el suceso con el tío bonzo. La segunda parte es, con mucho, lo mejor: contiene ese maravilloso ("È notte serena…” Es una noche serena.., “Guarda dorme ogni cosa"… ¡Mira: todo duerme!..) en el que ambos contemplan la noche estrellada con una secuencia admirable, digna de ser disfrutada una y otra vez.
SEGUNDO ACTO
Tiempo después, en una habitación en semipenumbra de la casa de “Madama Butterfly”, Suzuki está rezando frente a una estatua de Buda.
Han pasado tres años y nada se sabe de Pinkerton, que abandonó Nagasaki al poco tiempo de casarse, dejando al cónsul con el deber de hacerse cargo del alquiler y de algunos de los gastos de la casa. Pero la situación cada día se torna más dura: la ruina se acerca a la morada de la geisha. Ella se mantiene firme en su idea de que el marino volverá y así lo demuestra en esa célebre aria ("Un bel dí vedremo…" Un bello día veremos…) en que se imagina cómo será el reencuentro entre ambos, acompañada de una conmovedora melodía, de gran valor.
La llegada del casamentero y de Sharpless la devuelven a la realidad. Conversan la geisha y el cónsul acerca de la promesa de Pinkerton de volver "cuando el petirrojo rehaga su nido". La geisha le confiesa la realidad de su precaria situación y cómo Goro la ha tratado de convencer de aceptar la proposición matrimonial de Yamadori, un rico pretendiente enamorado de Cio-Cio-San, quien se mantiene convencida y aferrada a su amor por el norteamericano.
Cuando se quedan solos, el diplomático empieza a leer una carta que trae para ella, que le entregó Pinkerton, donde le advierte que prepare a Butterfly "para el golpe”; pero la geisha lo interrumpe constantemente en su lectura y le pregunta ¿cuándo hacen su nido en América los petirrojos?, porque el marino le prometió volver en la estación en la que los construyen; Sharpless contesta que no ha estudiado ornitología, pero Cio-Cio-San no entiende la respuesta. (Toda esta escena es un pequeño dúo que agradará al que se acerque a esta ópera por primera vez).
Antes de revelarle toda la verdad, el cónsul le pregunta a la geisha sobre la posibilidad de que Pinkerton pudiera no volver nunca. Ella queda perpleja por la pregunta y le responde: (“Col cantar…oppur, meglio, morire…” O cantar...o morir…). Sharpless no puede soportar el sufrimiento de Butterfly y le recomienda que acepte la proposición de Yamadori. En este momento llega el rico pretendiente que viene nuevamente a ofrecer sus respetos a Butterfly; ella lo recibe con cortesía, pero rechaza tajantemente sus ofertas matrimoniales. Goro, profundamente irritado, trata de explicarle a Butterfly que el matrimonio con el americano carece de validez.
Butterfly responde que en América no se puede uno divorciar como en el Japón, simplemente echando a la esposa, y Sharpless tiene que reconocer que eso es cierto aunque la geisha no escucha sus objeciones posteriores, dado que ordena a Suzuki servir el té. El diplomáticoconsigue que Butterfly escuche la carta de Pinkerton, aunque no logra leer más que frases sueltas ya que la ingenua japonesa no para de interrumpir la lectura, sobre todo cuando oye que Pinkerton piensa que ella podría haberlo olvidado.
Finalmente el cónsul pierde la paciencia y le dice directamente que debe pensar ¿qué haría si Pinkerton no regresa? La geisha acoge con tensa calma la pregunta y responde que puede dedicarse a cantar por las calles para sostenerse, o mejor recurrir al suicidio. Sharpless le aconseja que se case con Yamadori, cosa que ofende tanto a Butterfly que por un momento olvida su cortesía e intenta expulsar al cónsul de la casa. La situación se vuelve aún más dramática cuando Butterfly le presenta al cónsul a su hijo, rubio y de ojos azules, y le pide a Sharpless que escriba a Pinkerton diciéndole que en el Japón tiene un hijo y una mujer que le aman y esperan. (“E questo? e questo?..." ¿Y esto? ¿y esto?). (El aria que continúa es ya un reflejo de lo que acontecerá en el tercer acto).
El cañonazo desde el puerto anuncia la llegada de un barco, es el “Abraham Lincoln”, el buque de Pinkerton;hasta Suzuski se convence ahora de que el marido de Cio-Cio- San volverá a la casa. Tiene lugar entonces uno de los momentos más bonitos de la ópera (la escena del dueto en el que las dos mujeres recogen flores y se arreglan para recibir al teniente). La llegada de Pinkerton genera un primer momento de ilusión en la joven ("¡Trionfa il mio amor!…" ¡Triunfa mi amor!), y también un poquito de rencor hacia todos los que en su tiempo le negaban la esperanza del retorno del norteamericano. Esa alegría le lleva a realizar, junto a Suzuki, una animosa "bienvenida" ("Seminiamo intorno april...” Sembremos el mes de abril…) para cuando llegue Pinkerton. El acto se termina con la espera de la geisha, mientras se oye un coro de pescadores, a “bocca chiusa”, desde fuera de los escenarios.
TERCER ACTO
Butterfly, inmóvil y exhausta, observa el puerto desde su mirilla. El pequeño está dormido al igual que Suzuki, quien se encuentra recostada.
El tercer acto es la continuación de esa interminable noche de espera. Ya está amaneciendo y la pobre Butterfly, que se quedó toda la noche en vela esperando la llegada de Pinkerton, se encuentra agotada; Suzuki le sugiere que ella y el niño se retiren a descansar.
Es ese momento se produce el regreso de Pinkerton. El y Sharpless han venido paraencontrarse a solas con Suzuki y rogarle que intervenga para suavizar el golpe quesupondrá para Butterfly saberseabandonada, y para convencerla de que entregue alniño.Suzuki los recibe y les comenta que Cio-Cio-San está descansando; ellos le piden que no la interrumpa. Suzuki se desespera cuando nota que hay una tercera persona en el jardín: es la "verdadera esposa americana" que tanto comentaba Pinkerton al principio del drama.
Sharpless le revela a Suzuki la noticia de que Pinkerton se casó y le pide que apoye a la geisha, porque entiende que para sus penas no habrá consuelo posible. Este trío es revelador de los remordimientos que empiezan a aparecer en Pinkerton y que explotarán posteriormente en su gran aria. Mientras Suzuki y Sharpless conversan sobre la necesidad de que Butterfly conozca a la esposa americana, Pinkerton es presa de los remordimientos sin atreverse a enfrentar a Cio-Cio-San, y se queda rondando por la casa. El sufrimiento se siente en cada nota que surge de su voz y que llega al momento culminante con (" Tre anni son passati…” Han pasado tres años… “e noverati n'ha i giorni e l'ore!...” y ha contado los días y sus horas!...), donde cae en cuenta del daño que ha ocasionado a Butterfly, a la geisha esperanzada, que ha contado los días y las horas desde su partida.
Suzuki se marcha a hablar con Kate, la mujer que llegó con ellos dos, y le promete intervenir para que Butterfly sufra lo menos posible y entregue al niño, mientras que el cónsul y Pinkerton se quedan solos. El marino le pide al cónsul que le dé todo el apoyo a la japonesa, y le confiesa sus remordimientos, mientras que éste le recrimina que, en su momento, no le hiciese caso y le revela que ella se negó a todos los consejos y dudas pues creía firmemente en el amor del norteamericano.
Pinkerton se despide de la casa con el célebre ("Addio, fiorito asil…" Adiós, florecido refugio…), de gran intensidad y en el que su desesperación es total (“Ah! Son vil!...” Soy un cobarde…). Un breve diálogo entre Suzuki y Kate es el preludio a la aparición de Butterfly, quien nota que hay alguien fuera. La aparición es optimista (“È qui, è qui…” ¡Está aquí, está aquí!…) pero enseguida cambia cuando ve a Kate y a Suzuki llorando. Cuando Sharpless le revela que es la esposa del marino, Butterfly muestra su carácter más maduro ("Sotto il gran ponte del cielo…" Bajo el gran puente del cielo…) y en este momento trata de tranquilizar a la esposa de Pinkerton diciéndole que no se preocupe por ella.
Respecto a su hijo, manifiesta que lo entregará solamente si Pinkerton viene personalmente a buscarlo. Kate y el cónsul se marchan y dejan solas a Suzuki y a Butterfly con lo que se acerca el final. Cio-Cio-San ordena a Suzuki que vaya a cuidar al niño. Susuki obedece llorando porque comprende las intenciones de su ama. Esta toma el puñal con el que su padre se hizo el “hara kiri” y lee la inscripción de la hoja que recomienda “morir con honor cuando no se puede vivir con el”. Poco antes del suicidio, Suzuki le envía al niño con el fin de evitar la tragedia.
Cio-Cio-San detiene su impulso. Coge al niño, lo acaricia, y le ruega que la mire por última vez; le pide que se vaya a jugar y, ocultándose tras un biombo, se practica el “hara kiri”. Es el momento de la última aria de Butterfly,(“¿Tu?,¿Tu?...” ¿Tú?, ¿Tú?...), muy emotiva, en la que se despide de su hijo. Desde lejos se oye la voz del teniente tratando de llamarla. El final dramático coincide con la bajada de telón: Pinkerton se queda apesadumbrado y arrodillado ante el cadáver de Butterfly, mientras Sharpless trata de llevarse el niño sin que éste pueda ver a su madre muerta
Opera Madame Buterfly
PD/ Una de las óperas mas bellas para mi, llena de amor, ausencia, espera y un final muy triste
© Camila
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