domingo, 13 de marzo de 2011

Ojos bien abiertos


Ojos bien abiertos

Miguel Hernández cumpliría 100 años. Con la pluma y los fusiles luchó, sangró y lidió por lo que él creía justo. Murió sin que muchos supieran que existía.

Por Francisco Barreiro

Con apenas 31 años de edad, murió solo y en silencio en una cárcel de Alicante. Poco se supo de él en aquel entonces, pero este 30 de octubre Miguel Hernández cumpliría 100 años, y todo el mundo poético festeja a viva voz la vida que aún hoy sus poemas describen, dejando atrás tanta muerte que acompañó sus últimos días.

“¡Y éste fue el hombre que aquel momento de España desterró a la sombra! ¡Nos toca ahora y siempre sacarlo de su cárcel mortal, iluminarlo con su valentía y su martirio, enseñarlo como ejemplo de corazón purísimo! ¡Darle luz!”, dijo Pablo Neruda hace más de cincuenta años sobre el poeta español.

Hernández falleció detrás de las tristes rejas de la dictadura franquista. Fue condenado a muerte por formar parte del ejército republicano y escribir verdades en sus poesías: su pecado fue pelear por los débiles y los justos. Le rebajaron la pena a 30 años de cárcel; pero sólo estuvo tres encerrado, porque en el frío y sucio calabozo alicantino lo dejaron morir. Primero sufrió una bronquitis y luego tifus, que se complicó por una tuberculosis. A las 5:32 de la mañana del 28 de marzo de 1942, murió en la enfermería de la prisión. Dicen los libros que “lo murieron en el abandono”, sin que nadie hiciera el menor esfuerzo por arrancarlo de los brazos de la parca. Sus compañeros de celda, el dramaturgo Antonio Buero Vallejo y el poeta Vicente Aleixandre, describieron su muerte como una crueldad mayor que si directamente lo hubieran fusilado, porque dispusieron igualmente de su vida y dejaron que se consumiera en el dolor; ambos contaron al mundo que no pudieron ni cerrarle los ojos, como s supieran que al cerrarlos sería para siempre.

Como un preludio de su suerte, el mismo Hernández había escrito años atrás sobre la muerte de su amigo Ramón Sijé. Allí describía lo que luego le tocaría vivir: “Tanto dolor se agrupa en mi costado, / que por dolor me duele hasta el aliento”, dice su famoso poema “Elgía”.

Lo cierto es que a 100 años de su nacimiento, ni él ni sus versos dejaron este mundo “porque soy como el árbol talado, que retoño: porque aún tengo la vida”.

30/10/2010



Imagen e información http://www.andenes.gob.ar/web/?p=127

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