sábado, 4 de julio de 2009

Música viajera


© Yücel Yildirimkaya
Paseos, marcha y canciones en Rizé (Turquía).

Caído en el olvido durante varias décadas, el folklore bretón conoce hoy día un notable renacimiento. A unos 2.500 kilómetros, los cantos tradicionales vuelven a los hogares anatolios que habían desertado. “Un puente sobre el Bósforo” une músicos de Francia y de Turquía que comparten la misma pasión y las mismas preocupaciones.

Este verano en Rizé, Turquía, la cuarta edición del “Festival de los pastos verdes” recibe a varios músicos extranjeros. Vienen de Francia. No la de los turistas ni las cruzadas diplomáticas que invadieron los medios informativos turcos estos últimos años, sino otra Francia, enamorada de los cantos tradicionales, que se esfuerza en paliar los problemas nacidos del éxodo rural y remendar el tejido social.

La urbanización, la industrialización y la impronta del “mundo del espectáculo” también se hacen sentir tanto en Turquía como en Francia. El canto se pierde en el uso a ultranza de la tecnología, en el fulgor de una seductora mundialización y las reverencias que se hacen al star system. Pero ambos países conservaron reductos de autenticidad, como Bretaña, en el extremo oeste de Francia frente al océano Atlántico o la provincia de Rizé, situada en el extremo noreste de Anatolia, donde comienza el Cáucaso.


El renacimiento bretón


Foto 2 : © Jean-Maurice Colombel
Una velada de canciones en el café de Bovel.

Del lado francés, los bretones no escatimaron esfuerzos este último cuarto de siglo por hacer revivir sus músicas, danzas y fiestas tradicionales. Cortada de su pasado por la urbanización, la segunda generación se puso a buscar la heredad de sus ancestros. La búsqueda recayó primero en la región de lengua bretona, luego en la del idioma galo, cercano al francés. Con el tiempo, teoría y práctica evolucionaron. En otra época, el “revivalismo” estaba en manos de los investigadores cuyo objetivo era ante todo recoger, analizar, comprender y publicar. Hoy día, como lo destaca el etnomusicólogo Yves Defrance, al mismo tiempo que se prosigue en esa dirección, quienes compilan “quieren reapropiarse de ese repertorio, actualizarlo sin alterar su espíritu y hacer de él un medio de expresión contemporáneo”.

Hoy día, los cantos galos que los nuevos modos de vida habían relegado al olvido, no son más piezas de museo ni caprichos confidenciales reservados a algunos festejos de un puñado de militantes de la cultura. Día tras día renacen en concursos anuales, reuniones, en la casa o el café, en las comidas del pueblo, los paseos organizados por los municipios o las escuelas y los talleres de música de pueblos y aldeas. Al mismo tiempo, en el campo, jóvenes y viejos, empleados y desempleados, mujeres y hombres reactivan sus lazos sociales gracias al renacimiento del canto.

Los cantantes que hacen este año el viaje a Rizé figuran entre los protagonistas más importantes de ese renacimiento. Algunos, como Charles Quimbert o Vincent Morel, provienen de la comunidad de los compiladores, recibieron una formación universitaria y trabajan en Dastum, el organismo regional de investigación y preservación del patrimonio inmaterial. En 1996 lanzaron la “Fiesta del canto tradicional de Bretaña y otros lugares” que se celebra anualmente en Bovel, un pueblito bretón de la comarca de Rennes. Otros, que crecieron con la canción tradicional, son aldeanos que llevan consigo la memoria local, como verdaderos tesoros vivientes.

Los reunió una lluvia diluviana: En el verano de 1997, cuando los festivaleros iban a realizar su habitual excursión de marcha y canto una repentina tormenta los detuvo en el único café de Bovel. También estaba allí la generación de “los maestros de la tradición” reunidos alrededor de los patrones, Léone y Louis Bernier. Para ellos, el festival era un “asunto de jóvenes”. Pero cuando éstos empezaron a cantar, reconocieron sus canciones. Desde entonces ese pequeño café se convirtió en un lugar emblemático de reencuentro transgeneracional. Cada primer viernes del mes, alumnos de primaria y secundaria, maestros y muchos habitantes de la región, incluso de París, vienen para pasar la noche entera cantando.


Canto por doquier

Foto 3 : © Yücel Yildirimkaya
Arquitectura típica del Mar Negro entre los jardines de té.

En Turquía, es también un desarraigado, Birol Topaloglu, el artífice del renacer de la canción tradicional, que aquí además conlleva una fuerte toma de conciencia ecológica. En Rizé, como en otras regiones de Turquía, los campesinos desertan las tierras encajonadas por ríos torrentosos que se vierten en el Mar Negro. Huyendo de varios proyectos de construcción de represas, se dirigen a las ciudades, que tienen reputación de ser lugares donde la vida es más fácil.

Todavía ayer, los cantos y danzas comunitarios resonaban en las magníficas moradas de piedra y madera. Poco a poco cundió el silencio. Por eso, desde hace algunos años, Birol emprendió la tarea de recopilar, publicar y revivir el repertorio tradicional con una visión que engloba la defensa del patrimonio, del terruño y de la oralidad. Se apoya para ello en su prestigio de músico respetado en Estambul y cuenta también con su red de amistades fuera del país.

El Festival anual organizado en el mes de agosto en el Valle de la Tormenta sobre las laderas verde lujuriante de Rizé donde asoma la blancura de los minaretes, es para todos los públicos. Como en Bovel, aspira a reunir a jóvenes y viejos, a los que se fueron y a los que se quedaron. El canto se encuentra por doquier: se baila y canta, se camina y canta, se come y canta. Tradición obliga, se organizan veladas de compilación de cuentos, talleres de cocina tradicional, recogida de plantas silvestres…y se está muy orgulloso por haber conservado el laze, una lengua rara del grupo georgiano.

Idéntica pasión, idénticos objetivos, pero el encuentro era muy improbable. ¿Dónde queda Bovel, dónde está Rizé ? Sin embargo, como estaban hechos uno para otro, “Un puente sobre el Bósforo” los ayudó a reunirse. Esta asociación francesa sin fines de lucro de intercambios culturales con Turquía está al origen de una bella historia de amor hecha de música que tiene todo a su favor como para ser duradera.

Françoise Arnaud-Demir, intérprete de canciones populares turcas, investigadora e intérprete de canciones populares en el Instituto de Lenguas y Civilizaciones Orientales (INALCO) en París, fundó en 2004 la asociación “Un puente sobre el Bósforo” de la que es presidenta.


Información de http://portal.unesco.org/

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